Ofrecer distinción a muchas empresas e ilusión a muchos más particulares”. Así define Javier Vila su profesión, “de las mejores que existen” asegura el calígrafo. Dicha afirmación cobra sentido cuando descubrimos parte de su historia. Ya de pequeño, a Javier le horrorizaba la idea de tener mala letra y buscaba insaciablemente la ‘G’ perfecta. En el patio del colegio podía discutir por temas tan insospechados como la manera más correcta de escribir la ‘A’. Así que su destino era inevitable y su pasión por las letras y sus formas fue cobrando sentido cuando inició sus estudios de diseño gráfico y caligrafía en Barcelona y, más tarde en Nueva York.
Actualmente, asegura que invierte el 90% de su tiempo en la caligrafía, y quitando alguna que otra visita al osteópata para rectificar malos hábitos de postura, Javier Vila presume de verdadero amor por su profesión. Su especialidad es la caligrafía de protocolo, pero sigue formándose en ramas como la grafología, le encanta impartir clases de caligrafía y sobre todo no cesa en su búsqueda de referentes y nuevas propuestas. Cuando se encuentra ante un encargo, simplemente se acomoda junto a sus plumas, pone algo de jazz o música clásica y a caligrafiar. A veces en fin de semana o incluso por la noche. “Se trabaja mejor” asegura, sin teléfonos ni ruidos que interfieran.
Una rutina que disfruta aún cuando el tiempo apremia y el timing aprieta. Aunque nunca ha dejado de cumplir un calendario de producción. De otra cosa no, pero de su puntualidad presume. “Cuando me dicen que me van a pasar 800 invitaciones, yo lo medito y calculo bien y pongo una fecha de entrega. Desde ese momento la fecha es ineludible siempre.”
También de su confidencialidad, ya que por sus manos pasan datos de millones de personas, incluyendo celebridades, políticos y famosos con los que “se podrían crear las mejores bases de datos del país”. Incluso recuerda haber contado con la información del presidente de EE.UU. Su protocolo en estos casos siempre es destruir los listados una vez terminado el encargo, “como en una peli de espías” ríe.
Se trata el suyo de un trabajo solitario, en el que la paciencia y la disciplina deben de conjugarse con una excelente técnica, grandes conocimientos tipográficos, y suficiente estilo propio para conseguir transmitir emociones. “Escribes miles de sobres e invitaciones al año, o numeras miles de libros. Probablemente si no te apasiona puede ser muy cansado, pero para mí es relajante y muy gratificante”.
El perfil de cliente de Vila busca una distinción palpable, un valor añadido que transmita elegancia y sofisticación en tarjetas, invitaciones sobres… un aura artesana que no se puede conseguir de ninguna otra manera. En este perfil se encuentran desde grandes marcas de moda, como las novias más exigentes, que confían en Vila la carta de presentación de su boda.
Se trata de un trabajo donde la excelencia del resultado final pasa también por el savoir-faire del partner, por eso la colaboración entre SYL y este gran calígrafo es siempre gratificante. En nuestra imprenta, suele encargarse de la numeración de libros de coleccionista, “piezas únicas que en sí mismas son auténticas obras de arte, y de las que siempre me siento orgulloso” afirma.
Si quieres seguir el trabajo de Javier Vila, entra en www.javigrafia.com
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